miércoles, 19 de septiembre de 2012

DERECHO Y SU IMAGEN DESGASTADA

Cuando los primeros pensadores del derecho, filósofos por antonomasia, se referían a la Justicia siempre hablaban de una subjetividad implícita, de allí la defensa de una Derecho Natural innato. A posteriori, surge la necesidad de una Justicia de tipo empírica, producto del quehacer diario y nace el Derecho Positivo. A pesar de esfuerzos posteriores por refundar escuelas filosóficas (realistas, socialistas, eclécticos) la vigencia de las doctrinas naturalistas y positivistas están en cada texto bibliográfico que estudiamos o en doctrina judicial que invocamos. Sin embargo, la lucha entre tendencias no se funda sólo en las enseñanzas que cada una entrega sino en el desprestigio que la una concede a favor de la otra, maximizando las diferencias entre aquellas.
He aquí el primer problema: Tradición jurídica que vive del ataque entre pensadores, olvidando fortalecer o más bien modelar sus ideas de acuerdo al tiempo que vivimos. Es necesario aclarar: No estoy en contra de un Derecho con un millón de caminos, sino la mala práctica de desprestigiar una ruta cuando la otra puede transitarse con la sola promoción. La diversidad es importante, lo degradante es recurrir a la tumba de pensamientos ajenos y no al nacimiento de ideales propios. Imaginemos un debate entre políticos en búsqueda de un cargo de elección popular: El uno expone su plan de campaña y el otro se dedica a denigrar al opositor. ¿Quién debería ser el “justo” ganador?
Ahora bien, si tenemos doctrinas y teóricos jurídicos que priorizan la “batalla del descrédito” entre escuelas filosóficas, no sería raro que nuestras Universidades al clásico estilo exegético nos entreguen material apegado a pensadores que sin dejar de tener innovación jurídica, también agregan discursos disociadores, e.g. “La Falacia Iusnaturalista” de David Roldán [1] donde su resumen es claro: “Se pretende destruir esa crítica a partir de la asunción de que toda descripción política implica una prescripción.” Gozamos ante nosotros de cientos de años de tradición jurídica conflictiva, que no se limita a solucionar pleitos ajenos con total imparcialidad sino a la contienda que existe al interior del Derecho mismo.

Iniciamos por buen sendero, pensadores del Derecho que viven del desprestigio mutuo,  Facultades Jurídicas que no diferencian contenido crítico de texto conflictivo y llegamos a profesionales en Derecho con criterios errados sobre la práctica jurídica. Un abogado, un jurisconsulto, un juez que invoca al positivismo mientras se ensaña con las contradicciones del naturalismo es análogo a un hombre de escasos recursos que odia al rico por tener dinero y no al sistema por la falta de oportunidades o asimismo  por no aprovecharlas.
Consecuentemente, cuando los engranajes del sistema no funcionan como deberían porque no fueron preparados correctamente, no es extraño que la Función Judicial en términos generales adolezca de terribles contradicciones en su noción de Justicia. Pero llegamos a un segundo problema: ¿Si con el tiempo nos acostumbraron a un Derecho difuso en doctrina, por qué en el espacio, los Tribunales Europeos o Norteamericanos funcionan tan bien? La respuesta tiene dos aristas: Primero, son los mismos europeos y anglosajones los que promueven la doctrina pero no priorizan su conflicto y cuando lo hacen, no obligan a sus aprendices a alinearse a determinada visión sino que indican los lineamientos para que el discernimiento de cada alumno sea el que guíe su tendencia; es por eso que existen tan buenos escritores del derecho en esos países, porque no te dan soluciones, solo te entregan el problema y posibles alternativas que tú puedes asimilar o que tu mismo puedes modificar si tu razonamiento así lo considera. Segundo: Los Latinoamericanos somos románticos por naturaleza, apasionados con lo que amamos y eso nos vuelve vulnerables cuando se trata de defender posturas, a veces cegándonos frente a la razón y despreciando teorías que bien coadyuvarían en su conjunto a mejorar el ejercicio del Derecho en nuestras naciones.

Como resultado, tenemos un régimen jurídico con inestabilidad en términos normativos, pero el tópico orgánico tampoco es tema que exima la reconvención. Un arquetipo  sin solidez ideológica, mal podría solventar sus fallas con una buena estructura organizacional pues mas allá de etiquetas en modernos edificios está un personal incompleto (académicamente hablando) y acostumbrado a lo que su antecesor forjaba. Todo un sistema jurídico viciado por carencias ideológicas, sin mencionar las morales, que lo obligan a actuar de acuerdo a una tradición heredada por años y que ni siquiera representa nuestra realidad sino que a la fuerza ha tenido que ser adaptada al medio. Todo esto, sin caer en fatalismos, no se quedó en la esfera jurídica sino que se filtró entre los ciudadanos, de una manera atroz se rebaja la noble misión del jurista y se distorsiona su actividad. Hoy, los “sicarios” son los abogados: “La justicia ha sido erradicada de las sociedades modernas. La justicia es hecha por los mercaderes y sirve a sus intereses. Los grandes robos, desfalcos y traiciones al pueblo los hacen los sicarios de los mercaderes de manera “legal”. Por ello ahora la “legalidad es inmoral”  [2]

Sin embargo y por fortuna, en la actualidad los gobiernos progresistas latinoamericanos están intentando de algún modo una reestructuración estatal desde las entrañas mismas del poder y el resultado son profundas reformas jurídicas con el fin de subsanar las malas prácticas de la justicia en nuestros países y que su imagen desgastada vaya tornándose en el Derecho ideal que tanto buscamos. Así sea!!!


[1] Decano de la Facultad Internacional de Educación Teólogica, Argentina.
[2]http://www.toltecayotl.org/tolteca/index.php?option=com_content&view=article&id=1069:-empleo-educacion-justicia-y-paz-&catid=28:general&Itemid=65

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